La huida.

Miércoles, 20 de abril. 7:00
Lucas volvió a ver ese brillo en los ojos de Sandy. Se maldijo mil veces por dentro, sabía lo que iba a pasar, pero no sabía cuándo.
-Sandy...-le susurró en el oído mirándola a los ojos.
-Dime cielo. -Sandy estaba acostada a su vera, estaban compartiendo almohada y Lucas se encontraba de lado para poder observarla. 
-Mírame, Sandy.- La chica levantó la espalda, apoyó las manos sobre el colchón y se puso sobre el chico, que se había vuelto a colocar hacia arriba en la cama.- Este día no lo vas a olvidar nunca.
Sandy se agachó sobre él y le susurró:
-Eso espero.
Se dieron el beso. El beso que exigía la situación. Se besaron con fuerza, con rabia, con amor y con deseo. Se besaron como el momento exigía: se besaron como despedida y como reencuentro.

Sandy se sentó en el borde del colchón y cogió unas medias colocadas sobre el escritorio. Lucas se levantó y se sentó tras ella, le agarro de las manos y ambos comenzaron a dibujar la pierna de Sandy. Lucas comenzó a besar el cuello de la chica, quién intentó quitárselo de encima. Las medias se sujetaban a mitad de muslo y Lucas aprovechó para introducir su mano en la ropa interior de Sandy. Se levantó rápidamente del colchón y con un gesto algo enfadado, salió de la habitación. Lucas no entendía nada.

-¡Sandy!- Dijo con resignación mientras se levantaba de la cama y la buscaba.- ¡Sandy!
De pronto, la puerta del baño se cerró de un portazo y Lucas comenzó a llamar a la puerta de forma violenta.
-¿Se puede saber que te pasa? ¿Por qué te has levantado así?- Lucas apoyó la cabeza sobre la puerta y miró al suelo a la espera de una respuesta. Al cabo de 15 minutos, la joven salió vestida con una falda de tubo negro y una camisa blanca. En los pies, unos zapatos con algo de tacón. El pelo arreglado y la cara con algo de maquillaje. 
-Tengo prisa- Dijo sin mirar al chico.

Lucas vio desde esa posición cómo Sandy cogía su bolso y cerraba la puerta de casa por fuera. 
"Creo que nunca seré capaz de entenderla" se dijo a sí mismo y se metió de nuevo en la cama, cogió el portátil y comenzó a trabajar.

Miércoles, 20 de abril. 13:30
"Lucas, no puedo ir a comer, prepárate tú algo." 
Lucas no paraba de mirar el móvil. Estaba inquieto. Ese brillo en los ojos de Sandy ya lo había visto antes. Sabía lo que iba a pasar y ese mensaje no calmaba sus nervios. Pensó en llamarla, pero sabía que ella no le cogería el teléfono a esa hora. Pensó en ir a buscarla para comer con ella pero tuvo miedo de lo que podría encontrarse. Aún así, mientras mordía el lápiz, se quitó las gafas y se levantó de la silla:
-Voy a buscarla. No me conformo. Si se va a ir, se va a ir aunque vaya a buscarla ahora. Se va a ir aunque haga lo que sea. Por lo tanto, voy a intentar pasar cada minuto con ella, es una cuenta atrás y tengo que resignarme a su nueva marcha. 
Abrió el armario y se puso ese jersey marrón que tantas veces Sandy le había amenazado con robárselo. Se encendió un cigarro y cogió las llaves del coche.
-Cartera, móvil, llaves. Vámonos.

Miércoles, 20 de abril. 14:45
Hacía ya media hora que Lucas había llegado a la puerta de la facultad de Letras. 
Mirando en su móvil encontró el horario que un día Sandy le mandó y directamente se fue a esperarla al pasillo donde se encontraba su clase. Estaba nervioso e inquieto y sabía que a Sandy no le gustaría aquella sorpresa. Como no le gustaba ninguna otra sorpresa. Eran ya las 15:00 y aún nadie salía de las aulas. Lucas no quería estar allí, sabía que no era una buena idea y que ella no querría verlo. Sabía que si esa noche volvía a casa, Lucas se llevaría una reprimenda por aquello que tantas veces Sandy le había prohibido. Porque a ella no le gustaban las sorpresas, quería tenerlo todo medido, hasta el tiempo que tardaba en cepillarse el pelo lo tenía medido. Aquella sorpresa le desestabilizaría los planes de la comida y de la tarde, y eso la ponía nerviosa. No lo soportaba. 
Eran las 15:10 cuando comenzó a escuchar revuelo y cuando a Lucas le entró el pánico. Pensó que lo mejor era irse, que no debería estar allí. 
-¡Lucas!- Una voz muy dulce lo llamaba desde el final del pasillo. 
El muchacho decidió frenar su carrera y girarse para ver el rostro de la voz delicada. Sabía quién era y le extrañaba aquella dulzura.
-Lucas, ¿qué haces aquí? -Le dijo con una sonrisa. Sandy no era la misma que había salido esa mañana de casa. Le dio el beso que la situación exigía y se agarró del brazo del muchacho.
-He venido porque quería comer contigo. Necesito mirarte con especial intensidad hoy. He vuelto a escribir. 
-Me alegro mucho cielo. Te he dicho que comieras tú por la hora en la que acababan hoy mis clases, me siento culpable.
-Pensaba que estabas enfadada.
-Va, Lucas, sabes que las mañanas no son mi momento de amor y cariño, precisamente. Y hoy llegaba tarde. ¿Dónde quieres comer? 

Miércoles, 20 de abril. 21:30
Se oyeron las llaves de la puerta y Lucas corrió a apagar las luces. Cuando la joven entró en casa, vio un ambiente tenue, con velas por todos los rincones y en el centro de la habitación, una mesa con dos candelabros que iluminaban una cena para dos personas. Un sobre encima de uno de los platos le decía que ese era su sitio. Dejó el bolso y las carpetas encima del sofá y se sentó para abrir la carta.
-Ahora no- Dijo una voz a su espalda. -Esa carta no la puedes leer ahora.
-¿Has hecho todo esto tú?- Dijo la joven con cierta emoción en la voz.
-Bueno, la cena la he pedido, sabes que yo y la cocina nunca nos hemos entendido. Pero sí, llevo toda la tarde arreglando la casa para ti.
-¿Hoy es un día especial y me he olvidado?- Dijo Sandy mientras reía y colocaba la carta dentro de su bolso.
-Quién sabe, el día aún no ha terminado.-Lucas estaba especialmente serio y con los ojos aguados. La luz tenue de la habitación hizo que la chica no se diera cuenta de aquello.
-Estás muy raro hoy, cielo. Pero muchas gracias por el detalle. Me encanta.
-Bueno, sé que no te gustan especialmente estas cosas. Pero también sé que cualquier detalle que tenga alguien para ti, sea como sea, te resulta especial. Así que, bueno, lo he intentado.
-Lucas, no sé qué te pasa, pero de verdad que me encanta que te hayas currado esto. Te quiero mucho, cielo.
Lo había dicho. A Sandy se le había escapado un "te quiero". Ese fue el detonante para que Lucas supiera que esa era su última noche con Sandy. Ella sólo decía "te quiero" en dos ocasiones: mientras te besaba porque habías vuelto a sus brazos, o mientras un océano se abría paso entre los dos. Y, lógicamente, después de 4 meses juntos, sólo cabía la posibilidad de que fuera la segunda opción.
Lucas sintió como el corazón se le convertía en cristal y estallaban en mil pedazos que se le clavaban en los pulmones, dejándolo absolutamente sin respiración.
-Mía- Cuando Lucas la llamaba por su nombre, no era para nada bueno. -Te quiero. 

Miércoles, 20 de abril. 23:00 
-Sandy, siéntate. Yo recojo.
-Va, Lucas, déjame ayudarte. 
El muchacho se puso a fregar los platos cuando Sandy lo abrazó por detrás y comenzó a besarle la espalda. Lucas se dio la vuelta y la abrazó como si no hubiera mañana. 
-Vamos al cuarto- Susurró la chica.

Jueves, 21 de abril. 2:30
Lucas observaba a su Sandy, no era capaz de dormir sabiendo que en cuanto cerrara los ojos, ella desaparecería. La abrazó muy fuerte contra su pecho, no quería dejarla ir. 
Ella tampoco podía dormir y se dio la vuelta para poder mirar a su Sandy.
Le cogió la cabeza y le se la puso en el pecho mientras ella se recolocaba en la cama, apoyando su espalda en el cabecero. Cogió un cigarro de la mesilla y comenzó a cantarle al oído:
"Abrázame y no me digas nada, sólo abrázame" 
El chico levantó la cabeza de golpe y mirándola a los ojos le escupió: 
"Me basta tu mirada para comprender que tú te irás."
-Abrázame, como si fuera ahora la primera vez.
-Como si me quisieras hoy igual que ayer.
-Abrázame...
La chica apartó la mirada del joven, apagó el cigarro y se volvió a tumbar. Sólo esperaba a que él hiciera lo mismo para poder huir. 

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