La muerte del primer amor.

Jueves, 14 de enero. 7:30
Esa mañana, Lucas ya no estaba. De su persona sólo quedaba el olor en la almohada de Mía y una nota sobre el escritorio:

Mía, me voy. No me busques, por favor. Sabes que esto no debió pasar y sabes que tengo otras obligaciones. Lo siento mucho, de verdad, nunca quise hacerte daño.
No lo intentes, esto no puede seguir pasando, lo he estado pensando mucho.
Lucas. 

Mía seguía durmiendo cuando una llamada anónima le hizo despertarse de sobresalto.
Observó que había un vacío especial en esa habitación y comprendió que algo no iba bien. Dejó el móvil sonando y se levantó de la cama con cierto recelo. 
Pronto vio la nota sobre el escritorio y sus sospechas se hicieron ciertas: Lucas no soportó la presión de quererla más que a Carla. 
Leyó la nota y volvió a meterse en la cama, en el lado derecho de ella, donde Lucas dormía. Quiso impregnarse con su olor hasta morir. 
El equipo de música se encendió de golpe con la canción menos recomendable. 
El móvil volvió a sonar y Mía no se atrevió a cogerlo, sabía que no era capaz de articular palabra en ese momento. 

"Ahora no me quedan palabras, se marcharon detrás de ti. La misma voz en off que antes me decía que sí, no para de gritar que no..." Decía la canción. 

De repente, los ojos de Mía comenzaron a llorar de una forma abrupta y sin control. No podía hacer nada, sólo podía esperar que esa letra se le clavara en el alma y el olor a Lucas de las sábanas la intoxicara hasta morir.

"Te creerás mejor que yo", susurraba mientras agarraba la nota contra su pecho y clavaba la cara en la almohada. 
-PUES NO VUELVAS NUNCA- consiguió gritar. 
En ese momento, el móvil, volviendo a sonar y vibrar, cayó al suelo desde la mesilla izquierda. Se levantó de golpe y respondió a la llamada.
-QUIÉN ES- gritó.
-¿Mía? ¿Qué pasa? Soy Guilermo, tu compañero de clase. ¿Estás bien?-
-Lo siento, no es un buen momento.- Y colgó.

Escribió un mensaje y se lo envió a Lucas con todo el dolor de un amor desdichado:

Cierra las puertas tras de ti, por si se te ocurre volver. Eres un cobarde y no quiero volverte a ver. Me dueles tanto.

Tiró el móvil al suelo y el equipo cambió a la siguiente canción: "El Resplandor" de Standstill. 
Con esa música y la nota aún arrugada y apretada contra su pecho, Mía se quedó dormida esperando que la dulce muerte del invierno la invitara a pasear. 

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