La negociación de la huida.

Miércoles, 13 de enero. 01:24
-Shhh, no hagas ruido.- Dijo la joven con una sonrisa enorme.
-¿No debería estar aquí, verdad?- Lucas miraba al suelo con gesto de arrepentimiento.
-¿Y a quién le importa lo que deberías o no hacer? Yo quiero que estés conmigo, aquí. Y el verbo "querer" debería ser más fuerte que el verbo "deber". Bueno, debería no, que suena feo, tendría.
-¿Tú haces siempre lo que quieres?
-Siempre lo intento. Vamos a ver, Lucas, ¿sabes de alguien que vaya a durar contigo toda la vida, pase lo que pase?
-Me gustaría pensar que alguien habrá.
-Lucas, la hay. La persona que estará a tu vera pase lo que pase, eres tú. Tú siempre estarás ahí cuando caigas, siempre estarás ahí cuando triunfes. Sabes que no estás ahí por interés o compromiso, simplemente estás. Pocas personas van a estar ahí tanto como lo estás tú. Pocas, ninguna. En serio, quiérete, te lo mereces. 
-Pero Sandy, es muy fácil decirlo. No puedo quererme. Me miro en el espejo y me doy asco. El único momento en el que siento algo de afecto hacia mí mismo es en aquel momento en el que me dices que a ti te importo. Con nadie más me pasa. Es como si estuviera anestesiado, como si todas las demás personas de mi vida hubieran desaparecido. 
-Esto no es bueno, cielo.
-¿Desde cuándo nos importa que algo sea bueno o malo?
-Lucas. Mírate. No has entendido nada. Nos estamos haciendo adictos. 
-Sandy, ¿crees que no lo sé? Eres la peor droga que podría tomar. Me hago adicto a ti, no puedo separarme, no puedo hacer nada si no te noto cerca. Miro tu pulsera las veinticuatro horas del día. Duermo abrazado a ella. Eres mi perdición. Mi veneno y mi antídoto. Eres todo lo que siempre he soñado. Eres perfecta.
-Lucas, para. -La joven había roto a llorar. -No me puedes decir todo eso y quedarte tan tranquilo. No puedes decirme que soy la que te consume, la que te mata poco a poco. Que soy tu droga. ¿Qué pasará el día que algo superior a nosotros nos rompa y nos distancie?
-Nada podrá con este amor, Sandy. Nada.
-El miedo, las dudas, la desconfianza... todo eso puede matar el amor. Lucas, mi Sandy, ¿recuerdas el valor de llamarnos así? ¿recuerdas lo que significaba ser Sandy para el otro?
-Quizás deberíamos dejar que todo siguiera siendo un sueño perfecto.
-Podríamos intentar no despertar nunca.
-No puedes controlarlo, Mía. Y si creemos que siempre estaremos soñando, el día que termine, el golpe contra el suelo hará que nos perdamos a nosotros mismos.
-Sandy... Sandy es fuerte, Lucas. Nosotros también. Acabas de decirlo, "nada podrá romperlo". Vamos a intentarlo hasta que se nos caiga la piel. Vamos a intentarlo hasta que el amor nos consuma como una llama. Vamos, vamos, vamos, Lucas. 
-¿Confías en mí?
-Claro.
-Dame tu mano, tengo miedo del futuro. Cuídame siempre, amor. Cuídame como si después de esta noche no saliera el sol. Cuídame como tu teoría dice que tienes que cuidarte a ti misma. Seamos uno.
-Lucas, te quiero.

Ese "te quiero" quería decir "adiós". Ambos conocían el momento en el que esas dos palabras se decía. Y ambos sabían que había llegado el momento. El momento de volver a huir. 

No hay comentarios: